PERFILES: Dra. Irene Polo y Dr. Julio Guillem
No hay poder material, ni título profesional que valga cuando no se tiene virtudes humanas. Eso es algo que muy pocas personas son capaces de comprender, pero hay quienes pese a su inteligencia, preparación e importancia, nunca se olvidaron de esta palabra “Humildad”. Sí, humildad, así definiremos a los protagonistas de este pequeño espacio que va dedicado a todos los pacientes y familiares que se sienten agradecidos por el cariño y la atención que brindan la Dra. Irene Polo y el Dr. Julio Guillem, médicos del área de Pediatría Honco-hematológica del Hospital de Solca en Portoviejo.
DRA. IRENE POLO
Dra. Irene Polo |
Guayaquileña, madera de guerrera, así es Irene, una mujer que no olvida sus raíces y que añora algún día volver a vivir a su ciudad natal. Hija del quiteño Jorge Polo y Norma Ballas, de Chimborazo. Estudió Medicina y Cirugía en la Universidad Estatal de Guayaquil, quizás la época más especial de su vida, pues fue ahí donde conoció a su esposo, el portovejense Ángel Ganchozo, Patólogo Clínico de Solca, con quien se casó a los diez meses de novios y con el que hoy tiene dos hijos, Angie (13) y Cristian (11). Muy enamorada, eso se ve en sus ojos, y su sonrisa es tan fresca que hace sentir la confianza de una mujer moderna.
Tan moderna que extraña, la rapidez, las avenidas, los puentes a desnivel y los centros comerciales que caracterizan a una metrópoli. Explica- es la costumbre de haber nacido y vivido en una ciudad muy grande, que me hace extrañar todo de Guayaquil- Por ello Irene viaja todos los fines de semana con su familia y aprovecha para hacer lo que más le gusta “irme de compras”.
Se siente feliz, agradecida con Dios y con la vida por tener una maravillosa familia y por la confianza que Solca tiene en ella. Ama su profesión y aunque después de salir del colegio su idea era estudiar Publicidad y Marketing, le agradece a sus padres por haberla casi obligado a estudiar medicina, porque le encanta lo que hace. Sin embargo, dice que a veces esta profesión no es tan gratificante porque le afecta mucho cuando los niños se complican, y le duele mucho ver a una persona el borde la muerte.
Así es Irene Polo, sencilla, alegre, humana pero con un gusto inmenso por la vida y aunque lejos de su tierra, asegura que si hay algo que le gusta de Portoviejo es que aquí todavía hay gente que se preocupa por ayudar a los demás.
DR. JULIO GUILLEM
Dr. Julio Guillem |
Nació en Quito pero lo inscribieron en Portoviejo, por eso con orgullo dice-“soy bien portovejense” Así sin tanta pose es el Dr. Julio, quien se confiesa, un amante de la comida manabita.
De familia de médicos, hijo de Doña Laura Cedeño y del reconocido Dr. Julio Guillem Murillo, del que le peguntamos qué heredó, y con mucha sencillez respondió: - está mal que lo diga pero creo que el humanismo y el carácter explosivo pero con criterio, que tenía mi papá.
Cuando habla de la muerte de su padre dice que aún lo extraña, lo consideraba su mejor amigo y un libro abierto del que aprendía todos los días.
Estudió en la Universidad Central de Quito, luego de graduarse, en el 2002 Solca le dio una beca para realizar su especialidad en Buenos Aires- Argentina, en donde logró posicionarse como Jefe de residentes en el Hospital Universitario de niños Ricardo Gutiérrez.
Julio Guillem es un hombre sobresaliente, al que le gusta rodearse de triunfadores y admira a las personas que hacen el bien. Le molesta la deshonestidad y la negligencia, por ello nunca deja de prepararse para evitar cometer errores.
Está casado con Holanda, ella es Ingeniera Comercial y con quien tiene una hermosa hija, Julia, de once años. Con ellas pasa su poco tiempo libre, además practica fútbol, es emelecista y asegura que si no hubiera sido médico le gustaría ser futbolista.
Cuando habla de Solca dice que ha sido una experiencia enriquecedora, pues el hospital ha crecido en todos los aspectos y que le ha tocado vivir de todo, incluso hacer un poco de labor social, enfatiza “a veces no hay que ser solo médicos”. El Dr. Julio Guillem concluye que el cariño de la gente lo compromete cada día a ser mejor científico, técnico, pero sobretodo, mejor ser humano.
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