lunes, 27 de septiembre de 2010

SOLCA POR LAS NOCHES


SOLCA POR LAS NOCHES
La lucha contra el cáncer no tiene horario

Vista nocturna del Hospital de Solca en Portoviejo

¡Quédese esta noche!…. propone el guardia, pero luego de escuchar las experiencias con las supuestas presencias del más allá, que cuentan en los hospitales, prefiero considerarlo…

Es Aníbal Paredes, trabaja desde hace dos años como jefe de seguridad de Solca en Portoviejo. Solo, sentado en uno de los pasillos del hospital pero con la tranquilidad de haberse acostumbrado a la vigilia nocturna, recuerda una de sus historias: - una madrugada mientras me recostaba justo ahí, (señala con el dedo) donde las enfermeras toman la presión, escuché en mi oído un grito de mujer muy fuerte, abrí mis ojos y no había nadie, me asusté, pensé que era una paciente o alguna chica de los familiares que se quedan cuidando a los enfermos, caminé hacia un lugar, luego hasta otro y me encontré con un compañero, me preguntó: -¿escuhaste ese grito? – sí respondí; decidimos buscar por todos lados, pero no encontramos nada, nos pareció extraño, pero en verdad el hospital estaba tranquilo.

Anibal Paredes

En ese momento de la conversación alguien viene por el pasillo, es Norma Solórzano, la licenciada de turno de la emergencia, se acerca y bromea- cuidado se les presenta la rubia- sonríe y pasa de largo.
Norma Solorzano, en la estación de emfermería del área de Emergencia.

Así es la vida nocturna de los trabajadores de esta institución, quienes pese al miedo o el cansancio de la noche, cumplen muy responsables con su deber.

En caja está Rosa María, son las 8y30 de la noche, hace una hora y media empezó su turno, espera por si alguien se acerca a pagar algún servicio. “Hoy casi no hay mucho que hacer”, nos cuenta, pero- hay noches en las que me amanezco ordenando facturas y todo lo que viene de trabajo social que no se alcanzó a terminar en el día-  Pregunto: ¿cómo haces para aguantar sin ninguna compañía?-  al principio era difícil, pero después me acostumbré, es agotador porque no es lo mismo dormir en la noche, ese sueño nunca se recupera, pero así es cuando uno quiere trabajar.

En área de cajas, la atención es oportuna.

Así en ese recorrido nocturno por el hospital, el sacrificio de trabajar en este horario se hacia cada vez más admirable. Entramos al área de hospitalización y estaban ahí los médicos residentes, cada quien cumpliendo con su función. El diálogo empieza- ¿cómo es Solca por las noches?  Algunos se miran y el Dr. Ronald Loor dice “tranquilo”.

Personal médico y paramédico en horarios nocturnos.

Quienes estaban ahí confirmaron la respuesta y algunos comentaron muy valientes que a pesar de que en ocasiones se escuchan ruidos prefieren no tomarle importancia a esas cosas. Pero en realidad no es eso lo que los hace valientes. Es el esfuerzo de trabajar prácticamente todos los días y salir de sus guardias directo a consultas externas o al quirófano, -solo tenemos dos tardes libres a la semana dice María Eugenia, y Lorena concluye “aunque ni tan libres porque ahí aprovechamos para dormir”.

Entre ellos y ellas, se acerca una persona que había estado pendiente de la entrevista y dice: “Disculpe, quizás no tengo derecho a decir esto, pero me he fijado que los médicos hacen un gran sacrificio, a veces les toca hasta sufrir de sed o hambre, porque a esta hora de la noche o madrugada no tienen donde conseguir ni agua, es que por aquí a esta hora no hay es nada”.  

Con una sonrisa los residentes agradecieron la solidaridad del comentario, y aunque nadie se quejó, esa misma sonrisa confirmó una vez más la entrega con la que cuidan a sus pacientes, sin importar el frío, la sed,  el hambre, el cansancio y la mala noche que sólo el amor por la profesión la hace soportable.

Continuamos y en el camino estaba Luís Cedeño, él es de Poza Honda, se despeja un poco pues tiene la responsabilidad de cuidar a Ramona, su madre adoptiva quien tiene un tumor en el ovario. A la espera de resultados con el rostro preocupado expresa-  ella no está muy bien, es una mujer de 70 años y lo más probable es que la tengan que volver a operar- sin embargo, no desaprovecha la oportunidad y agradece a Solca la atención gratuita que su mamá recibe. “Suerte, que su mamá se recupere”, fueron las palabras de despedida.
Luis Cedeño, familiar de una paciente de Solca.

Al pasar por el laboratorio, ahí estaban muy amables el licenciado Hugo Álvarez y el pasante Juan Carlos Cañizares. Los dos coincidieron que los más duro de laborar por las madrugadas es no dormir, pero que cubrir estos turnos les resulta un poco más fácil porque ambos se hacen compañía y que estos horarios les permiten estudiar por el día.
Personal del área de laboratorio clínico.

Los amigos de la noche: Stalyn, Jhonny, Iván y Leonardo, muy alegres los encontramos en nuestro recorrido. Dicen estar dispuestos siempre a colaborar en cualquier emergencia pero mientras todo permanece tranquilo, ellos se organizan en la limpieza, para que el hospital se vea impecable cuando amanezca.  

Stalyn, Jhonny, Iván y Leonardo, personal de servcios en Solca.

Así es el hospital de Solca en Portoviejo, por las noches, con pasillos fríos y a media luz, con historias que erizan la piel, pero con la misma calidez humana que se brinda a cualquier hora del día.

Apago la grabadora y Aníbal siente mayor confianza, empieza a contar otra historia- le cuento que una vez yo estaba viendo televisión… (hace un alto) y pregunta: ¿Ya apagó la grabadora verdad?- Sí, respondí, entonces él continuó con el relato de esta y otra anécdota más.

Por: Vany Montes

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